Antes de decir adiós al paisaje que has conocido…

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Somos paisaje. Aunque no te hayas dado cuenta, parte de tu personalidad se la debes al entorno, al medio ambiente en el que te has criado. Y en esto influyen de gran manera los paisajes que has contemplado en tu infancia y aquellos en los que has ido creciendo y los que disfrutas cada día ya sean rurales, urbanos o mixtos.  

La relación de los humanos con el paisaje es bidireccional. Es evidente que la acción humana implica una alteración del territorio y que el resultado de la simbiosis entre personas y territorios es un paisaje determinado, es decir, un producto cultural y natural. Piensa en los paisajes de montaña, en las praderías pasiegas o en el paisaje del viñedo o del olivar, o en las planicies cerealistas con su patchwork de colores que cambia en cada estación del año, en la dehesa, en un barrio de viviendas colectivas del extrarradio o en una avenida arbolada de una de una gran ciudad.

Todos estos productos de la actividad humana influyen, a su vez, en la personalidad de quienes habitan esos territorios a través de los modelos culturales que le son consustanciales, y de la manera en que representamos mentalmente el mundo que nos rodea.

Además de tener influencia en la construcción de la personalidad incide también en la salud y el bienestar de las personas. Todos sabemos que el paisaje que vemos puede relajarnos si es armonioso o enervarnos si no lo es. Es decir, el paisaje, como resultado cultural de la acción humana sobre un territorio, nos ofrece servicios de gran valor en aspectos vinculados con la salud física y sicológica.

Pues bien, siendo así de valioso el paisaje como elemento de equilibrio y calidad de vida no lo protegemos adecuadamente o al menos no protegemos y cuidamos el paisaje cotidiano. Es cierto que el 32% de la superficie terrestre de España está protegida con algún instrumento jurídico pues se trata de aquellos paisajes con valores naturales muy relevantes. ¿Cómo cuidamos ese otro 68% de nuestro territorio? Debemos hacerlo mal pues se observa un cambio global que es la suma de un cambio climático muy rápido y del cambio del modelo de ocupación, de la forma de explotación del territorio, la demografía y la aparición de grandes infraestructuras que ocupan el territorio.

Este cambio global está impulsando una transformación paulatina de los paisajes cotidianos esenciales para nuestra salud y bienestar. Es posible que estas transformaciones alteren definitivamente la mayor parte de los paisajes que conocemos, generando nuevos paisajes con características diferentes probablemente poco reconocibles para los que se criaron en ellos. ¿Te imaginas las dehesas sin encinas o las cabañas pasiegas invisibles tras un bosque?

En el día del Medio Ambiente deberíamos hacer algo muy sencillo, mirar alrededor, y activar nuestra conexión consciente con el entorno para percibir el paisaje en el que vivimos y ser consciente de la urgencia de su conservacion antes de que nos veamos obligados a decirle adiós.

 

Un artículo de Gumersindo Bueno Benito, director del área de Paisaje y Sostenibilidad